jueves, 16 de julio de 2015

“ENFOQUE FILOSÓFICO DE MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO”.

ASOCIACIÓN SALVADOREÑA DE SOCIOLOGÍA




“ENFOQUE FILOSÓFICO DE MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO”.



Licenciado Guillermo Antonio Aparicio Torres

El Salvador, San Salvador, 20 de Marzo de 2015.

Qué significa un enfoque filosófico de la trayectoria de Monseñor Romero.
Antes de todo quiero afirmar que este tema es tan extenso que podrían escribirse libros completos sobre el mismo. Su desarrollo es virtualmente inagotable, pues inagotable ha sido el ejemplo de Monseñor Romero.

Entonces, lo que contiene esta exposición es apenas una aproximación; un resumen apretado, breve de lo que significó y sigue significando la vida de Monseñor Romero para los salvadoreños, pero además, para todos los seres humanos.

El ejemplo de Monseñor Romero trasciende al tiempo y al espacio. Trasciende a la sociedad salvadoreña y se sitúa en el contexto entero de la Humanidad.

El sentido general del enfoque filosófico (Diferencia con el enfoque Religioso).

Cuando hablamos del “enfoque filosófico” nos referimos –normalmente-, a los aspectos más generales del tema o del fenómeno del que estamos tratando.

Esta visión general, esta búsqueda de lo general, es una tendencia humana, es un quehacer humano en el marco de la interacción social. Esto significa que la actividad filosófica es una actividad no sólo eminentemente humana, social, sino además, inevitable. Que los seres humanos hayan buscado respuestas a los aspectos más generales de la realidad, de su entorno, es lo que le permitió a los mismos seres, conocer esta realidad…y, en consecuencia, trascenderla.

En el tema que nos ocupa, tratar de establecer el sentido general de la obra de Monseñor Romero, desde su vinculación directa con su entorno humano, desde el punto de su integración a la permanente actividad social – humana en que ésta se da, es relativamente fácil pues toda la obra de Monseñor Romero está impregnada de un profundo contenido humano.

Es importante señalar que un enfoque filosófico difiere de un enfoque religioso en cuanto que la filosofía escudriña, explora la realidad para tratar de encontrar en ella, las respuestas a las inquietudes generales que asaltan al pensamiento, mientras que el enfoque religioso encuentra respuestas que pueden no pertenecer a esta realidad.

En esta presentación haremos énfasis en la dimensión filosófica, habida cuenta que la dimensión religiosa es abordada en forma permanente en diferentes espacios.

Un aspecto general de la realidad: La Vida.

Unas primeras interrogantes que se nos vienen a la mente cuando vamos “despertando” a la vida, a la interacción con otros, son: ¿quién soy yo? ¿de dónde viene esta realidad mía? ¿cómo ha resultado todo esto que me rodea? ¿qué sentido tiene lo que hago, lo que hacen los demás? (de este tipo hay muchas preguntas…)

Ciertamente, las respuestas a estas preguntas no vienen dadas de forma inmediata, espontánea, precisa.

En muchos casos ni las encontramos.

En muchos casos nos dedicamos a actividades tan apremiantes que ni tiempo nos queda para encontrar o trabajar las respuestas.

En muchas ocasiones resulta que son “otros” los que responden nuestras preguntas, sustituyendo nuestra propia búsqueda. (y esto no siempre es lo mejor que nos puede pasar).

Y como dijimos que estas reflexiones nos ponen frente a la realidad para cuestionarla y terminar conociéndola, resulta que una de las primeras inquietudes que debemos resolver con relativa urgencia, es la respuesta por la vida, por nuestra propia vida, por la vida de los demás…

Y resulta que en lo apremiante de resolver lo cotidiano, las respuestas a las preguntas sobre el sentido de la vida, sobre el origen de esta vida, sobre el destino de esta vida, se va confundiendo con ese mismo quehacer cotidiano por resolverla. Primeramente, en sus planos materiales, más tarde, en sus planos espirituales, morales, culturales, …

Pero no logramos agotar la reflexión. Y entonces, resulta que los aspectos de la vida nos van acompañando a lo largo de nuestra existencia… nuestra vida se vincula a la de otros… nuestra visión de la vida se va ensanchando… y de pronto nos podemos encontrar que una definición de una vida, de mi vida, resulta insuficiente, que la vida –como preocupación filosófica-, no se refiere exclusivamente a mi vida… que la noción de vida incluye a muchos… incluye: a todos.

Con toda certeza podemos afirmar que la práctica de Monseñor Romero estaba dedicada a esta interpretación de la vida: Monseñor luchó por la vida de todos… Defensor de la vida, no defendía su vida, defendía la vida de todos a la vez.

Al tener una concepción de la vida que se sitúa por encima de lo cotidiano, del presente, una concepción que trasciende al momento que se vive, se sitúa en el futuro. Por eso, la lucha que Monseñor Romero libra a favor de la vida se refiere a la vida de su pueblo, a la vida de todos los que considera sus hermanos. Y su denuncia se vuelve contra todo lo que amenaza este sentido de la vida: contra todos los que acaban con la vida de su pueblo, de sus hermanos.

(Recordemos aquella histórica frase: “¡….En el nombre de Dios, pues, les pido, les ruego, les ordeno….CESE LA REPRESION !!!)

Esta dimensión filosófica de la vida es de particular importancia porque demuestra en sí misma que la visión ya no se tiene limitada a la valoración de una vida como tal sino de la HUMANIDAD como la expresión superior de la existencia. Interesa la vida de la Humanidad. Y, desde esa perspectiva, cada ser humano tiene la misma importancia que los demás.

Y luchar y defender la vida de un ser humano –cuando se tiene esa concepción de la vida-, es luchar y defender la vida de la Humanidad.

Aquí es pertinente afirmar que el martirio de Monseñor Romero es la expresión sublime del martirio de los caídos en la lucha popular.

Otros aspectos generales: la Justicia, la Libertad.

El camino para llegar a comprender que la vida constituye un fin superior en el pensamiento y en la acción de una persona, pasa necesariamente por comprender que hay otras manifestaciones de la actividad social a las que se debe dar respuesta, otros valores que tienen gran trascendencia: entre ellos está la Justicia.

La Justicia nos aproxima a la consideración de igualdad entre los seres humanos, al amor hacia los semejantes, al respeto a los demás sin importar su condición social, material.
La Justicia demanda que todos alcancemos similares oportunidades de vida, condiciones dignas de existencia y de relaciones.

Reclamar la Justicia para todos, especialmente para los más desfavorecidos de la sociedad, constituyó una de las más expresivas demandas en el discurso y en la acción de Monseñor Romero.

La denuncia de las injustas condiciones en que vivían los sectores populares más pobres, los más humildes, llevó a Monseñor Romero a convertirse en “la voz de los ‘sin voz’”
Y desde estas condiciones de injusticia en que los pobres son obligados a “vivir”, Monseñor Romero denunciaba sus causas y legitimaba la acción y lucha de los desposeídos.
Desde luego, hay una conexión clara, precisa y concreta entre las aspiraciones de Justicia, específicamente de Justicia Social, con la expectativa de la vida.

No se puede realizar la vida en un contexto de injusticia.

Es necesario afirmar también el valor de la libertad. La búsqueda de la libertad ha sido una constante de los seres humanos en toda la historia. La libertad es la aspiración más preciada del ser humano. Incluso, para millones de seres humanos, la libertad ha sido situada por encima de la vida misma.

Pero es importante señalar el sentido de la libertad. No se es libre únicamente por tener la sensación de que podemos hacer exactamente lo que nos da la gana.
Esa libertad no es circunstancial sino que carece de proyección.

El sentido de libertad debe estar ligado a la obtención de las condiciones materiales y espirituales que le permiten al ser humano realizarse como tal en el contexto social en que interactúa.

No se es libre únicamente por contar con las posibilidades de emigrar del país y salir en condiciones de absoluta inseguridad recorriendo miles de kilómetros para encontrar mínimas condiciones económicas que alivien la pobreza o la miseria de su familia.
Eso no es libertad.

Tampoco es libre –en el sentido filosófico-, el que está obligado a vender su fuerza de trabajo a otro por un salario que no cubre ni siquiera sus necesidades básicas y las de su grupo familiar.

Tampoco es libre el campesino que tiene como sus ingresos más seguros los jornales que obtiene en las cortas de café, de algodón o la zafra de la caña de azúcar. Salarios que nunca fueron suficientes ni para cubrir las necesidades elementales.

(si revisáramos los periódicos de los años 70s, encontraríamos las “exigencias” de las organizaciones campesinas en el marco de sus luchas reivindicativas: muchas de esas “exigencias” eran aumentar en uno o dos cucharones de frijoles para el almuerzo…    )

Hay un momento en la historia en que Monseñor Romero asume plenamente esta realidad, la hace suya, comparte su visión y sus energías con todos los que están siendo víctimas de la explotación, de persecución, y aboga y lucha junto a ellos por su libertad…

Y es que la libertad y la justicia son dos valores indisolubles, inseparables… no vive en justicia quien no vive en libertad.

No es libre quien no es justo.
No se puede realizar la vida si no se tiene libertad.
Y para luchar por la libertad es necesario estar junto a quienes no tienen libertad.
Monseñor Romero, consciente de esta verdad, se situó al lado de los que luchaban por su libertad.

Y nuevamente podemos decir que el pensamiento de Monseñor Romero apuntaba al futuro. Su lucha completa apuntó al futuro.
Este pueblo, heredero del pensamiento, del ejemplo y del verbo de Monseñor Romero conoce hoy los senderos de la libertad.

Por eso, la figura de Monseñor Romero está en el horizonte. Señala los puntos de llegada. Señala los ideales de la humanidad presente y la humanidad futura.

La trayectoria de monseñor Romero.
“Si me matan, resucitaré en mi pueblo”

Esta frase posiblemente constituye la expresión más profunda y más humana de Monseñor Romero.

Al contrario de lo que se pueda imaginar, esta frase ponía a Monseñor Romero en una situación de igualdad ante todos los que lo conocimos y lo escuchamos, los que lo amábamos y creíamos en él, en su palabra y en su ejemplo.

Era una manera de decir: “miren, soy tan igual a esa gente que persiguen, torturan, masacran y asesinan, que si me matan, todos tendrán al mismo tiempo, una parte de mi… mi ejemplo y mi mensaje lo continuarán miles y miles de gentes humildes, de gente trabajadora y con esperanza, de gente que cree en la vida, en la justicia, en la libertad y en la verdad… mi muerte no significará el final de esta gesta heroica, porque esta gesta heroica no es mía sino nuestra…”

Posiblemente, esta frase es la que más confundió y derrotó a sus asesinos. Los dueños de la muerte y el terror eran vencidos por la vida, por la justicia y por la libertad.
La historia está demostrando que así fue.

La dimensión filosófica de estos valores evoluciona y se desarrolla en el mismo sentido en que evoluciona y se desarrolla la sociedad, la cultura, en una palabra, la humanidad.

Finalmente, quiero señalar que estos valores descritos, de los que Monseñor Romero hizo vida y práctica, no son estáticos. Se desarrollan, evolucionan y se perfeccionan con el mismo desarrollo de la sociedad.

Esta afirmación nos permite decir dos cosas más:
La primera es que Monseñor Romero vivió en un tiempo en que podía ver su presente y su futuro, y plantear cuáles eran las urgencias y las aspiraciones del pueblo, de los humildes, de los pobres, de los necesitados.

(hay una figura que dice que el “Reino de Dios se vive en la tierra”)

Esa identificación de Monseñor Romero no era casual, no podía ser fortuita. Más bien fue el resultado de encontrar que las más caras aspiraciones de los seres humanos marginados, excluidos, explotados, perseguidos, encarcelados, torturados, masacrados, sólo podían ser alcanzadas a través de la denuncia de las causas que originaban estos males.

Vivir para Monseñor Romero era conquistar la libertad, era materializar la Justicia, era superar las condiciones históricas y estructurales que provocan el sufrimiento del pueblo.
Alcanzando una dimensión profundamente humana, Monseñor Romero no podía ignorar a estos sectores de la sociedad.
No se puede vivir,
No se puede ser libre,
No se puede alcanzar la Justicia sino se logra la libertad de todo el pueblo, si no se alcanza la justicia social para todos.
La Humanidad es solo una.

Si la humanidad alcanza una concepción de la vida superior a los períodos históricos anteriores, esta aspiración debe ser para todos.

Si la humanidad alcanza una visión de Justicia superior a la visión de justicia que se tenía en períodos históricos anteriores, esta aspiración de justicia debe ser para todos.

Si la humanidad alcanza una visión de libertad superior a las nociones de libertad que se tenían en períodos históricos anteriores, esta noción de libertad debe ser válida para todos.
Mientras exista desigualdad, mientras exista injusticia, mientras los niveles de libertad no garanticen una vida digna para todos, el ejemplo de Monseñor Romero, el contenido de su denuncia, el sentido de su martirio, estarán vigentes.

Por eso, hoy como antes, sigue vigente que Monseñor Romero resucitó en nosotros. Porque cada uno de nosotros tiene una parte viva de Monseñor, una parte que es la que nos llama a luchar por la libertad, por la Justicia, POR LA VIDA.

PENSAMIENTO LITÚRGICO DE MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO Y GALDÁMEZ, ARZOBISPO DE SAN SALVADOR (1977-1980), EL SALVADOR, CENTRO AMÉRICA.

                       
ASOCIACIÓN SALVADOREÑA DE SOCIOLOGÍA




PENSAMIENTO LITÚRGICO DE MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO Y GALDÁMEZ, ARZOBISPO DE SAN SALVADOR (1977-1980),
EL SALVADOR, CENTRO AMÉRICA.



“CARTAS PASTORALES Y HOMILÍAS PROFÉTICAS PARA LOS NUEVOS TIEMPOS”.
(APROXIMACIÓN SOCIOLÓGICA)







Lic. Pablo de J. Castro H.

El Salvador, San Salvador, 20 de Marzo de 2015.


INTRODUCCIÓN.
Conmemorar el XXXV aniversario de martirización del Arzobispo Oscar A. Romero es recordar con profunda tristeza un acontecimiento que el 24 de marzo de 1980 enlutó a la Iglesia católica salvadoreña, latinoamericana y mundial. Su próxima beatificación como “San Romero de América” es una enorme felicidad y alegría, el 23 de mayo de 2015 será nominado “Mártir de la Iglesia Universal” por El Vaticano del Papa Francisco. Será un gran júbilo repicar las campanas y celebrar el próximo centenario de su natalicio el 15 de Agosto de 1917-2017.

Es un honor científico para las Ciencias Sociales rendir un homenaje y reconocimiento a uno de los pensadores universales en la Historia Clerical de la Iglesia en la sociedad contemporánea.  Vivió uno de los periodos históricos más violentos en la sociedad de las décadas 1960-1970. Alcanzó a ver y sentir el inicio de la guerra civil en 1980. Con profundo brillo y pensamiento humano escribió su obra litúrgica y desarrolló una amplia práctica clerical. Utilizando la memoria histórica entre presente, pasado y futuro fue capaz de producir nuevos aportes de calidad a la educación cristiana y laica para las nuevas generaciones. Su pensamiento litúrgico seguirá siendo un desafío intelectual.

Las cuatro Cartas Pastorales, Homilías, Ejercicios Espirituales y otros documentos de su Arzobispado (febrero de 1977 a marzo de 1980) fueron escritas con mucha maestría y conocimiento de las problemáticas concretas de la Iglesia y la realidad. Matizó, profundizó y enriqueció de forma multidisciplinaria los campos del saber eclesial con el saber científico. En los escritos desarrolló conceptos y categorías de carácter histórico, político, económico, sociológico, antropológico, cultural, ambiental y de otros saberes para explicar de forma sencilla la doctrina eclesial aplicada a las necesidades humanas de la población empobrecida. Este invaluable aporte en innovadoras lecciones cristianas y científicas podría enriquecer el currículo de las Ciencias Sociales del Sistema Educativo Nacional en todos sus niveles escolares. Con el mismo  espíritu transformador de la Iglesia debemos potenciar sus aportes litúrgicos y científicos.

Queda otro legado y desafío para la Iglesia de los nuevos tiempos y sus generaciones sacerdotales y laicos: defender los Derechos humanos y luchar siempre por alcanzar la tan anhelada Paz, Justicia y Democracia en bien de la sociedad del siglo XXI.

Estas notas van dedicadas a recordar la memoria histórica de tan ilustre Arzobispo salvadoreño que tomó la “Opción preferencial por los pobres” y se convirtió en “La voz de los sin voz”. Hacemos una salvedad, nuestra intención no es descontextualizar ni fragmentar la integralidad de su pensamiento cuando transcribimos o parafraseamos con alguna amplitud o de forma escueta parte de su contenido en Cartas Pastorales, Homilías o comentarios de otros autores.

1-DATOS BIOGRÁFICOS Y ESTUDIOS.
Monseñor Oscar A. Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, Departamento de San Miguel. Ingresó al Seminario Menor en el mismo departamento en 1929 y al Seminario Mayor San José de la Montaña en San Salvador en 1937. Sus estudios eclesiásticos los continuó en Roma, Italia hasta su ordenación el 4 de abril de 1942 (Calendario Litúrgico).     

CARGOS DESEMPEÑADOS.  
Su primera misa la ofició el 11 de enero de 1944 en su pueblo natal. Como Párroco estuvo en Anamorós en 1944, la Unión y San Miguel en 1947.

Se desempeñó como Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador-CEDES en 1967 y como Secretario Ejecutivo del Consejo Episcopal de América Central y Panamá-SEDAC. El 25 de abril 1970 fue nombrado obispo auxiliar de San Salvador y su consagración episcopal el 21 de junio del mismo año. El 15 de octubre de 1974 fue nombrado Obispo de la Diócesis  de Santiago de María en Usulután y el 3 de febrero de 1977 nombrado Arzobispo de San Salvador del que tomó posesión el 22 de febrero.

ESCRITOS Y DISTINCIONES.
Entre 1977 y 1979 escribió cuatro Cartas Pastorales. En el mismo periodo hasta 1980 escribió más de 200 Homilías que celebró principalmente en la Iglesia Metropolitana de San Salvador, sede del Arzobispado. Escribió sus Ejercicios Espirituales y los discursos para recibir dos “Doctorados Honoris Causa”: el primero fue el 14 de febrero de 1978 por la Universidad de Georgetown, Washington, Estados Unidos (Calendario Litúrgico, 2010) y el segundo el 2 de febrero de 1980 por la Universidad de Lovaina, Bélgica (Sobrino, 5). En 1979 es nominado por el Parlamento de Inglaterra al Premio Nobel de la Paz y el 9 de marzo de 1980 recibe el Premio de la Paz de la Acción Ecuménica de Suecia (Ibid).

En pocos años de Arzobispo construyó un voluminoso y monumental patrimonio con invaluables aportes a la Iglesia local y universal y a las nuevas generaciones de salvadoreñas y salvadoreños.

MARTIRIZACIÓN.
El 23 de marzo de 1980 expone su última Homilía en la Catedral Metropolitana de San Salvador, su mensaje litúrgico desató la furia desenfrenada de la oligarquía cafetalera y la institución armada, acostumbradas a ejercer su poder y dominación a las anteriores jerarquías de la Iglesia. El 24 de marzo de 1980, cuando celebraba una misa en el Hospital de la Divina Providencia en San Salvador fue Martirizado por la oligarquía salvadoreña, su enemiga acérrima. El asesinato se enmarcó en la Doctrina de Seguridad Nacional que aplicaba el ejército desde la década 1960. El 26 de marzo de 1980 fue el entierro en la Catedral Metropolitana de San Salvador que terminó en una masacre con muertos y heridos de la feligresía y pueblo participantes.


2-FUENTES TEORICAS ECLESIALES Y PENSAMIENTO LITÚRGICO.

El 3 de febrero de 1977 fue nombrado Arzobispo de San Salvador y durante su magisterio episcopal profundizó y radicalizó su pensamiento litúrgico y una permanente práctica clerical humanitaria. Desde su consagración episcopal en 1970, por decisión personal escogió el lema “Sentir con la Iglesia” para dirigir su ministerio litúrgico y así lo hizo siempre según sus propias palabras (Romero, 1977, 122).


Por primera vez en la historia eclesial de los dos últimos siglos de arzobispados, fue Monseñor quien tuvo la valentía de asumir la opción por los pobres y dar un giro fundamental en la construcción de la Iglesia para los nuevos tiempos. El desafío más importante de su vida eclesial fue asumir la misión evangélica de la Iglesia e impulsar su magisterio eclesial frente a múltiples retos y acciones que demandaban las condiciones paupérrimas, marginación y violencia institucional que sufría la población en esas décadas 1960, 1970.


En la permanente formación sacerdotal decidió hacer suyos los proyectos e ideales del Concilio Vaticano II (1962-1965) y las Conferencias Episcopales Latinoamericanas de Medellín (1968) y Puebla (1979) sobre la ‘Opción preferencial por los pobres´, defensa de los Derechos Humanos y la salvación de las almas para realizar el Reino de Dios con sus derivaciones de justicia, paz, amor y verdad.

De la Conferencia de Medellín comprendió que:

La “violencia institucionalizada”se implanta por una situación de injusticia estructurada y el egoísmo. Y la Iglesia frente a esta situación de violencia estructural condena al sistema capitalista por lo que algunos sectores dominantes la acusan de marxista. La Iglesia condena tanto las corrientes socialistas como la ideología liberal. Pero está dispuesta a prestar su palabra crítica a la absolutización de cualquiera de ellas. A estas opone el interés ético propio de su fe pues defiende los derechos fundamentales de la persona para que puedan vivir con dignidad, justicia e igualdad (Romero, 1977, 25, 26 y ss).

Del “Documento de Puebla” refiere que:

“A la luz de sus enseñanzas teológicas y pastorales la Iglesia y Arquidiócesis quiere ser una entrega oficial y confrontar las inquietudes expresadas por la situación actual del país que se puede formular la voz y la opinión de nuestra Iglesia Arquidiocesana. Avaladas por el magisterio continental y universal de la Iglesia, voz y opinión, que sean una respuesta y aportación específica de la Iglesia, en esta hora de crisis de la patria, cuando se torna un grave deber de conciencia para todos los salvadoreños aportar ideas y orientaciones desde su propia competencia” (Op. Cit.)


Bajo esta influencia se convirtió en un férreo defensor de los Derechos Humanos del pueblo explotado. Comprendió los nuevos desafíos de una Iglesia comprometida sin dejar de ser fiel defensora de la fe en Cristo. Cuestionó las estructuras de la iglesia tradicional y conservadora que no avanzó en la lectura de las problemáticas de los nuevos tiempos. Ante el impacto de la creciente crisis socio-política e ideológica denunció las contradicciones del capitalismo y el modelo económico excluyente de los intereses populares pisoteados por el poder de la oligarquía y su  Estado.

La Arquidiócesis, fiel al Evangelio “pone todo su poder institucional y profético al servicio de los desposeídos y débiles sin ser partido político o agrupaciones equivalentes. Por lo contrario, ofrece al pueblo un mensaje de unidad, esperanza y amor” (Ibid).

 3-HISTORIA, GEOPOLÍTICA  Y  DESAFÍOS DEL ARZOBISPADO.

¿En qué sociedad le tocó vivir a monseñor en sus años de arzobispado? 


La nueva Iglesia se construía en medio de una sociedad convulsionada por la crisis social. Desde que inició la “conversión” con la “opción por los pobres” fue  perseguida, reprimida y violentada por los poderes de la clase oligárquica y los poderes institucionalizados del Estado y Gobierno. No escapó de las dictaduras militares, ejecutora de la geopolítica de la Doctrina de la Seguridad Nacional del “enemigo interno” impuesta por los Estados Unidos en el marco de la “guerra fría”. Su función fue:

- Permanente represión, persecución, cárcel, exilio a obreros y maestros (huelgas de ANDES 21 de Junio, 1968 y 1972). Fraudes electorales municipales, legislativos y presidenciales (1972 y 1977). Masacres de campesinos y otros sectores populares organizados en distintos poblados del territorio (San Agustín, Usulután-21/06/1975, la finca Cayetana, Chinamequita y otras; estudiantes universitarios/30 de julio de 1975-ISSS San Salvador).

- El sacerdote jesuita Rutilio Grande, que desarrollaba su obra pastoral con familias campesinas fue asesinado junto a otras personas por miembros de la entonces Guardia Nacional en El Paisnal, Chalatenango/12 de marzo de 1977 (Calendario Litúrgico, 2010). Este fue uno de los primeros detonantes que enlutaron a la Iglesia e impactó profundamente a Monseñor.

La espiral de violencia política se profundizó durante los tres años del Arzobispado con más asesinatos de monjas, sacerdotes, catequistas y fieles seguidores de su iglesia.


Monseñor asumió los costos por: a) Cuestionar la práctica tradicional de la Iglesia, que le generó muchas críticas y rechazos a sus decisiones por otros obispos tradicionalistas. b) Denunciar la indiferencia de la opulenta clase oligárquica terrateniente cafetalera hacia los sectores populares empobrecidos. c) Denunciar la violencia gubernamental institucionalizada desde el Estado y el sistema represivo de los aparatos armados, apoyados por las administraciones estadounidenses. Y d) Criticar al movimiento popular revolucionario de masas y la guerrilla por tomas de la Iglesia Catedral metropolitana y otras instalaciones. Desde ahí protestaba y denunciaba cada vez que la clase trabajadora, incluyendo sacerdotes y personal de la feligresía sufría masacres y asesinatos.

Su ejercicio sacerdotal fue sometido a fuertes presiones al interior de la Iglesia, de los sectores dominantes y de las graves consecuencias de la crisis. Fueron los años en que desarrolló un alto nivel de conciencia eclesial y humanitaria.

 4-“LA VOZ DE LOS SIN VOZ” ACOMPAÑA LA HISTORIA SOCIAL DE LA SOCIEDAD.

Con un pensamiento lúcido que reflejó meridiana claridad eclesial sobre la realidad salvadoreña, un alto nivel de conciencia litúrgica y visión realista escribió 4 Cartas Pastorales y más de 200 Homilías, en las que plasmó su profundo sentido humano. La mayoría de sus escritos fueron leídos en la Iglesia Metropolitana de San Salvador. Sentó los primeros cimientos de la Iglesia inspirado en la “opción preferencial por los pobres” que lo convirtió en “voz de los sin voz”.  

 Con mucho optimismo decía en la Homilía de septiembre de 1977: “En medio del pueblo”, que:

 “Es cierto que me he andado yo por El Jicarón, por El Salitre y muchos otros cantones; y me glorío de estar en medio de mi pueblo y sentir el cariño de toda esa gente que mira en la Iglesia, a través de su obispo, la esperanza” (Biblioteca Cervantes virtual).

 Así, junto a la feligresía más comprometida y pueblo en general construyó una innovadora concepción sobre la Iglesia para los nuevos tiempos:

“Los que están afianzados en la fe, esperanza y compromiso cristiano concordaban con las denuncias sobre los problemas de la realidad de la crisis político-social: sacerdotes expulsados, calumniados, amenazados y asesinados; parroquias profanadas, desprovistas de pastor, catequistas, delegados de la palabra para pronunciar su palabra de servicio a la vocación personal y social, sobre la situación socio-política, la miseria, irrespeto a sus derechos, desapariciones y muertos (Romero, 25, 26 y ss).

-Hubo voces disonantes que se disgustaban por la posición eclesial, preferían refugiarse en sus intereses egoístas y la tradición sin evolución. A estos llamaba a la conversión y cambio de actitud:

“toda  conversión es difícil y dolorosa porque el cambio que se exige no solo se refiere a modos de pensar sino también a formas de vivir” (Romero, p. 2, 3).


5-CARTAS PASTORALES Y HOMILÍAS: MÁS ALLÁ DE LA IGLESIA Y NUEVOS TIEMPOS.

Cada Carta y Homilía escrita desde la realidad socio-histórica de la Iglesia y la sociedad contiene el espíritu de los tres documentos bases de su magisterio eclesial: Vaticano, Medellín y Puebla.

Son muchos son los biógrafos e investigadores (teólogos, historiadores, humanistas y otros nacionales y de muchos países) que han escudriñado a profundidad su vida, obra y  escritos.

Algunos señalan que el lema “Sentir con la Iglesia” tiene varios significados cuestionadores a:
-“Una Iglesia verticalista y autoritaria en una sociedad jerárquica y con poder, con hombres ególatras, adoradores de falsos dioses como el dinero, poder, orgullo y placer” (Sobrino y Marcouiller, 2004. cf. 5, 6, 9).

-“La Iglesia ante los ídolos del poder, ante los idólatras del dinero, ante los que hacen de la carne un ídolo, ante los que piensan que Dios sale sobrando, que Cristo no hace falta, que se valen de las cosas de la tierra: ídolos. La Iglesia tiene el derecho y el deber de derribar todos los ídolos y proclamar que sólo Cristo es el Señor”, escribió en la Homilía del 19 de junio de 1977  (Biblioteca Cervantes Virtual, 91-92)

-Como pueblo de Dios, “la Iglesia es cuerpo de Cristo, sacramento de salvación y signo de comunión fraternal de los pobres, oprimidos y marginados, un pueblo de mártires. La comprensión de Dios, que es la vida, es evolución, es novedad, que camina con la historia del pueblo atropellado, que siente el lamento de los campesinos, de los desaparecidos, entre ellos sacerdotes y predicadores de la palabra. Ese es el sentir de la Iglesia consciente de los pobres en la historia, que está historizada del movimiento de Jesús”. Además de “su fe y de creer en el Dios del reino, de la verdad y la profecía, de la compasión, la justicia y en el Dios de los pobres evolucionó a una posición innovadora y cambio radical” (Sobrino y Marcouiller, Op. Cit.).

-“La Iglesia profética no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que se margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos. Y mientras no se le deje libertad de clamar estas verdades de su Evangelio, hay persecución. Y se trata de cosas sustanciales, no de cosas de poca importancia. Es cuestión de vida o muerte para el reino de Dios en esta tierra” (Biblioteca Cervantes, 142).

-“Queremos ser la voz de los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los derechos humanos. Que se haga justicia, que no se queden tantos crímenes manchando a la patria, al ejército. Que se reconozca quiénes son los criminales y que se dé justa indemnización a las familias que quedan desamparadas” La voz de los sin voz (Biblioteca, 192).

-No hay crimen que se quede sin castigo. El que a espada hiere, a espada muere, ha dicho la biblia. Todos estos atropellos del poder de la patria no se pueden quedar impunes” (Biblioteca, 164).

-Dios no camina por allí, sobre charcos de sangre y de torturas. Dios camina sobre caminos limpios de esperanza y de amor (Ibid, 165).

 

6-CARTAS PASTORALES: “TRANSFIGURACIÓN DEL DIVINO SALVADOR DEL MUNDO”.


La fortaleza magisterial de su Iglesia y Arzobispado quedaron plasmadas en 4 Cartas Pastorales reforzadas con las múltiples Homilías. Además de esbozar los signos de los nuevos tiempos expresaban una comparación de dos formas de iglesia como punto de inflexión radical y de evolución hacia una Iglesia nueva, más cristiana y servicial al pueblo de Dios.

En el marco de esa realidad descrita, el domingo de resurrección, 10 de abril de 1977, Monseñor escribió la primera Carta Pastoral, fue el primer saludo y presentación al pueblo salvadoreño como Arzobispo. La tituló: “El Espíritu Santo en la Iglesia o la Iglesia de la Pascua” inspirada por la recién pasada Semana Santa. En esta Carta dijo:

“Represento a la Iglesia, siempre deseosa de dialogar con todos los hombres para comunicarles la verdad y la gracia que Dios orienta al mundo conforme a sus proyectos divinos: la Iglesia no vive para sí misma, sino para llevar al mundo la verdad y la gracia de la Pascua” (Romero, 1977 y Fundación, 1999).

Por la apremiante persecución gubernamental muy pronto escribió la Homilía: “Compromiso de la Iglesia con la historia” del 16 de julio de 1977, refiriendo que:

“cambios en la Iglesia como comunicadora del mensaje y misión eterna del Señor según los cambios continuos de la historia. Desde la fidelidad del evangelio o Eclesiología rechaza la calumnia que quiere presentar a la iglesia como subversiva, promotora de violencia y odio, marxista y política.  Esta Iglesia y Arquidiócesis sometida a persecución se ofrece a Dios y al pueblo y se presenta unida, dispuesta al diálogo sincero y a la cooperación sana, mensajera de esperanza y amor” (Fundación 1999).

Agregaba que:

“El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por esto no es meterse en política. Es simplemente el Evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy, más compromiso con la historia “(Biblioteca Virtual Cervantes, 133).

7- CARTAS PASTORALES Y “TRANSFIGURACIÓN DEL DIVINO SALVADOR”.
Las fechas  5 y 6 de agosto de cada año es el acto litúrgico de la “Transfiguración (*) del Divino Salvador del Mundo” como culminación de las fiestas patronales del Divino Salvador, Santo Patrono de la República de El Salvador.

Es interesante interrogarse por qué Monseñor hizo coincidir las otras tres Cartas Pastorales  con el acto de la Transfiguración del Divino Salvador.

En agosto de 1977, escribió la Segunda Carta Pastoral titulada: “La Iglesia, Cuerpo de Cristo en la Historia” (Fundación).

En agosto de 1978, escribió la Tercera Carta Pastoral con el título: “La Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares“ (Romero, 1977).

Y en agosto de 1979 la cuarta Carta Pastoral fue titulada: “Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país” (Ibid)
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(*)Según este concepto, transfigurar significa: variación, mudanza, cambio, modificación, metamorfosis, transformación, mutación, conversión, alteración, innovación, evolución, progreso, avatar, transición, revolución, vicisitud, vaivén, alternativa, crisopeya, metástasis, versatilidad, giro. Diccionario de Sinónimos y antónimos (1990) y Diccionario Enciclopédico (1996), indica que transfiguración es hacer cambiar de figura o aspecto a una persona o cosa P. 1416.

Debemos suponer que los contenidos de estas Cartas escritas en esas fechas provienen de dos actos: a) “Sentir con la Iglesia”, cuya misión en la sociedad es dar apertura a la esperanza de conversión y salvación de la población. b) Presencia masiva de la feligresía en la Catedral del 5 de agosto Día del Divino Salvador. Si fuera así, las Cartas reflejan que el sentido de La Transfiguración significa conversión, metamorfosis, transformación, giros y cambios urgentes que demanda la Iglesia a la sociedad.

De ahí el mensaje eclesial y llamado a la población a la conversión; también las denuncias a los poderes de la clase dominante y Estatales que deben convertirse por los acontecimientos convulsos de persecución, represión y asesinatos violentos que cometen.

Los adversarios hacían tres graves acusaciones a la Iglesia:

“La Iglesia predica el odio y la subversión; que se ha hecho marxista y que ha sobrepasado los límites de su misión para meterse en política”. A esto contribuían las voces “que abundan en nuestro país, radios y periódicos, que pretenden juzgar lo que es la Iglesia, distorsionando su verdadera realidad y misión” (Romero, 1977. 33 y ss).

La Arquidiócesis formulaba en la Cartas contundentes respuestas eclesiales a hechos y acontecimientos, muy bien argumentadas con datos históricos, políticos, educativos, sociológicos, antropológicos, ecológicos, humanos y otros que constituyen la verdad.

Podemos parafrasear algunos de esos contenidos escritos por Monseñor:

El Concilio Vaticano II simpatiza con los problemas del mundo contemporáneo: el género humano se halla en un periodo nuevo de su historia, de cambios profundos y acelerados que se extienden al universo entero.

La Iglesia se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia, de su relación entre la historia de los hombres y la historia de la salvación, de la liberación integral, de cuerpo y alma como claro signo de la presencia de Dios.

-La iglesia ha profundizado su conciencia desde su primera Encíclica: “Eclesiam Suam” con la que el Papa Pablo VI indica no ignorar el estado en que se encuentra la humanidad en medio de la cual se desarrolla la misión de la Iglesia.

-Para nuestro continente, los obispos latinoamericanos afirmaron en Medellín que el hombre vive en un momento decisivo de su proceso histórico con anhelo de liberación integral, que en lenguaje bíblico se traduce como “un vislumbro del siglo nuevo”.

-La Iglesia ha cambiado en los últimos años (liturgia, formación del seminario…) y el más fundamental es su relación con el mundo, cuestionándolo en lo que tiene de pecado, pero también dejarse cuestionar por el mundo. Los gozos, esperanzas, tristezas y angustias de los hombres -los pobres que sufren en nuestro tiempo- son también para los discípulos de Cristo que guiados por el Espíritu Santo han recibido la buena nueva de salvación.

-La falta de solidaridad individual y social en la historia genera permanentes estructuras injustas como la miseria considerada un “pecado social” cristalizado en egoísmos individuales que dejan sentir su poder sobre las grandes mayorías.

-Cuando la Iglesia solo predica la salvación eterna sin comprometerse con los problemas reales del mundo es respetada, alabada y se le conceden privilegios. Por el contrario, si es fiel a su misión de denunciar el pecado que lleva a la miseria y anuncia la esperanza de un mundo más justo y humano es perseguida, calumniada y tildada de subversiva y comunista (Romero Op. Cit. 33).

-La palabra que a muchos molesta, la liberación, es una realidad de la redención de Cristo. La liberación quiere decir la redención de los hombres, no sólo después de la muerte para decirles confórmense mientras viven. No. Liberación quiere decir que no exista en el mundo la explotación del hombre por el hombre. Liberación quiere decir redención que quiere libertar al hombre de tantas esclavitudes. Esclavitud es el analfabetismo. Esclavitud es el hambre, por no tener con qué comprar comida. Esclavitud es la carencia de techo, no tener donde vivir. Esclavitud, miseria, todo eso va junto.

-Para la verdadera liberación de los hombres necesitamos una “profunda conversión” que supere el hambre, la miseria y la ignorancia de quienes todavía no han alcanzado una condición de vida digna del hombre”. (Romero, 1977. 8 y ss y Homilía, 25 de noviembre de 1977, 342).

-Siempre estamos dispuestos al diálogo, sana cooperación y reconciliación con el gobierno y sectores conservadores que la difaman y calumnian. Debían  aclarar la suerte de tantos desaparecidos, capturados, torturados y devolverlos a sus hogares garantizándoles su libertad. Eliminar progresivamente  las estructuras injustas y promover los ‘hombres nuevos´ por el bien común y la creación de un orden social justo que el país necesita (Ibid).

Estos mensajes se complementan y amplían en las siguientes Cartas que aquí no  detallamos.

En la Tercera Carta escrita el 6 de agosto de 1978 y con motivo de la fiesta de la transfiguración del señor, hace referencia a la Iglesia y las organizaciones políticas populares a la luz de la Transfiguración, los diversos tipos de violencia, el diálogo, la Fe y la salvación cristiana aplicada a la situación de El Salvador (Romero, 1977, Op. Cit.).

La cuarta Carta Pastoral escrita el 6 de agosto de 1979 y titulada: “Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país” es una contribución de la Iglesia al proceso de liberación del pueblo desde la evangelización, la ‘opción preferencial de los pobres’ y a la luz de Puebla y Medellín (Ibid).

Las cuatro Cartas emergieron como la voz del pueblo, son la herencia más genuina de su pensamiento considerado como verdadero maestro.  En ellas se abordan los temas más candentes del momento como las idolatrías causas últimas de todos los males: el capital y la seguridad nacional con graves consecuencias como el conflicto, la violencia, la represión al pueblo y persecución a la Iglesia. Siempre abordó el camino de las soluciones y favorecer el diálogo nacional como una luz en medio de la oscuridad que daba esperanza.

En su conjunto, las cuatro Cartas Pastorales expresan su nuevo magisterio evangélico y popular, con carisma de diálogo y discernimiento que el señor le ha confiado en una Iglesia al servicio del país. Llaman a todo el pueblo de Dios a reflexionar desde sus comunidades eclesiales en comunión con sus pastores y con la Iglesia universal sobre los temas de la realidad (Sobrino, 6 y ss).

Monseñor tuvo la sensibilidad espiritual y la capacidad de visionar el alcance histórico  que le da la razón evangélica de sus actuaciones como arzobispo y la posición de la iglesia:

-“Esplendor de la transfiguración y camino de nuestra historia eclesiástica y nacional“.

-“Marchar junto al “Pueblo de Dios en su peregrinación entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios”

-Que la feligresía sienta esperanza y alegría de que la iglesia está cercana y participa de sus problemas y angustias” ((Romero, 1977, p.1 y ss).

Refiriéndose a las Cartas, Jon Sobrino (2007, 5) expresa que en el pensamiento doctrinal de Monseñor su magisterio brilló con luz inigualable cuya temática fundamental se sintetiza en “La Iglesia y su relación salvadora con el pueblo, tomando absolutamente en serio la realidad histórica de aquellos tres años”.
El Sentir con la Iglesia produjo nuevos aportes. En la Universidad de Lovaina, que lo distinguió con el “Doctorado Honoris Causa” (2 de febrero, 1980) recalcó: “En la dimensión política de la fe desde la opción preferencial de los pobres” aparecen los grandes principios teológicos para comprender la realidad de la Iglesia y su misión (Sobrino, 6).

“La Iglesia está marcada con las señales dolorosas y gloriosas del martirio de sacerdotes asesinados, fieles cristianos muertos o desaparecidos asesinados y de la persecución por ser fiel al Cuerpo de Cristo, en nuestra historia no llama al odio ni a la venganza. Por el contrario, predica el mandamiento de Jesús: “amaos los unos a los otros” y recuerda que “hay que orar por los que persiguen y calumnian” (Romero, 25, 26 y ss).

8-BEATIFICACIÓN:
Después de tres décadas de su martirio, el Papa Francisco anunció el Decreto de El Vaticano, 3 de febrero de 2015,  sobre la  beatificación de Monseñor Romero en la Plaza Salvador del Mundo en San Salvador. Su mensajero, el Cardenal Vicenzo Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia y postulador de la causa de Monseñor al ser entrevistado ha dicho que:

“Los opositores que ponían resistencia para su beatificación acusaban de que la figura de Monseñor era nociva para la unidad de El Salvador, por escoger un bando, por filias políticas; que su mensaje y enseñanza tenía desviaciones teológicas y había incurrido en errores sociales y por eso lo mataron”.

Una investigación de historiadores y teólogos desvaneció esa acusación demostrando que “la Iglesia católica era objeto de persecución. Esta situación la expuso Monseñor en la Homilía: “La verdad es perseguida” del 29 de mayo de 1977:

“la verdad siempre es perseguida. Jesucristo lo dijo: Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros. No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida (Biblioteca Virtual Cervantes, 73).

Los investigadores concluyeron que Monseñor quería aplicar la Doctrina Social de la Iglesia y no había nada que tuviera relación con el marxismo. Fue asesinado no por motivos inmediatamente políticos, sino por seguir a una Iglesia que había salido del Vaticano II y que el episcopado latinoamericano vivía como una ‘opción preferencial por los pobres’.

En la Homilía  del 11 de septiembre de 1977,  destacó y recalcó esa opción:

 Cuando la Iglesia se llama la Iglesia de los pobres, no es porque esté consintiendo esa pobreza pecadora. La Iglesia se acerca al pecador pobre para decirle: Conviértete, promuévete, no te adormezcas. Y esta misión de promoción, que la Iglesia está llevando a cabo, también estorba. Porque a muchos les conviene tener masas adormecidas, hombres que no despierten, gente conformista, satisfecha con las bellotas de los cerdos. La Iglesia no está de acuerdo con esa pobreza pecadora” (Ibid, 216).

 Finalmente, la Congregación para la Causa de los Santos en el Vaticano demostró que el asesinato fue motivado por el “odio de sus asesinos a la fe”.  

Con su beatificación, el 23 de mayo en el Monumento al Divino Salvador del Mundo se declarará que “Romero es de Todos”, es “Mártir de la Iglesia Universal” (Paglia, 2015).

La ONU ha proclamado el 24 de marzo “Día Nacional de Monseñor Romero”.

A MANERA DE CONCLUSIÓN:

-Su lema “Sentir con la Iglesia“, y su magisterio eclesial desde el arzobispado, dieron inicio a la Iglesia nueva, con la “Opción preferencial por los pobres” y la “Voz de los sin voz”, como visión dieron una nueva dimensión religiosa, humanista y visionaria  para comprender los procesos histórico-sociales.

-Su monumental legado es educador y concientizador de valores humanos, morales, espirituales, religiosos, educativos e históricos.

-La riqueza del pensamiento iluminador, la palabra y obra eclesial, en Cartas Pastorales, Homilías y disertaciones religiosas enriqueció el Objeto de Estudio de las Ciencias Sociales con análisis multidisciplinarios, en los que se incluye la sociología de la religión.

-Su ideario de liberación estimuló procesos de organización de nuevos movimientos sociales o sujetos sociales transformadores históricos de la sociedad.

-La Sociedad, inspirada en el ideario de Monseñor Romero continuará una compleja y dolorosa transición del cambio transformador hacia la construcción de una nueva sociedad del siglo XXI con Paz, justicia y democracia.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

-Calendario Litúrgico (2010), “Monseñor Romero, Esperanza de las Víctimas”. XXX   Aniversario (de su martirio-asesinato), Fundación Monseñor Romero, San Salvador, El Salvador. 

- Diccionario de Sinónimos y antónimos (1990), Grupo Editorial Océano, México.
 
 -Diccionario Enciclopédico (1996), Terranova Editores, Barcelona, España.

 -Fundación Monseñor Romero (1999), fundada en San Salvador por Monseñor Ricardo Urioste y un grupo de personas para preservar y difundir su memoria como verdadero Profeta. Ver también: http://fundacionmonsenorromero.org.sv/cartas-pastorales

-Marcouiller, Douglas y Sobrino, Jon S.J. (2004), El sentir con la Iglesia de Monseñor Romero, 1ª  edición, Centro Monseñor Romero-Universidad Centroamérica José Simeón  Cañas, San Salvador, El Salvador.

-ONU (    ), Proclamación del 24 de marzo Día Nacional de Monseñor Romero.
     
-Paglia, Vicenzo (2015),  “Romero es hoy el santo de todo El Salvador en: periódico La Prensa Gráfica, entrevistas días 10, 11 de marzo de 2015, El Salvador, p. 10, 12.

-Romero, O. A. (1977), “La Iglesia Cuerpo de Cristo en la Historia”, Segunda Carta Pastoral, San Salvador, El Salvador.

- ------------------ (2003), “Día a día con Monseñor Romero, meditaciones para todo el año”.
   Biblioteca Virtual  Miguel de Cervantes en: cervantesvirtual.com o
   //www.google.com.sv/ romero+para+los+jóvenes.

-Sobrino, Jon (2007), Introducción en: Cartas Pastorales y Discursos de Monseñor Oscar A.
   Romero, Centro Monseñor Romero-Universidad Centroamérica José Simeón Cañas, San    
   Salvador, El Salvador.